La Semana Santa que se celebra en Hontoria no dista mucho de la que se puede celebrar en cualquier otro pequeño pueblo de los alrededores, si bien la devoción que muestran los hontorianos en cada uno de los actos que se organizan sí es especial.
La celebración de la Semana Santa comienza el Domingo de Ramos. Este día, todo el pueblo acude a la Eucaristía con su ramita de romero, que es bendecida a la entrada de la Iglesia. El primer acto que tiene lugar es la procesión alrededor del pueblo, que rememora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Después, una vez que la procesión llega de nuevo a la Iglesia parroquial, comienza la Eucaristía.
Antiguamente, durante la Semana Santa, las campanas de la Iglesia no se volteaban en señal de luto. A cambio, se hacían sonar con fuerza las carracas por todo el pueblo para avisar al pueblo de cada uno de los actos a los que debían acudir.
Los actos más importantes comienzan el día de Jueves Santo o día del Amor Fraterno, cuando a la hora estipulada todo el pueblo acude al Lavatorio de los Pies. En esta celebración, se colocan un par de bancos en el espacio que existe justo debajo del Altar Mayor y en él se sitúa un puñado de niños pequeños, que nerviosos, esperan ansiosos el momento de descubrir sus piececitos para hacer las veces de los Apóstoles de Jesús.
En el momento indicado, el Cura del pueblo ayudado por el Alcalde y alguno de los Concejales va lavando los pies a cada uno de los niños dispuestos al efecto, que entre risas y empujones, esperan su turno.
El día de Viernes Santo, los hontorianos recorren el Vía Crucis, rezando en cada una de las catorce estaciones que rememoran los pasos que dio Jesucristo caminando hacia el Calvario. En la mayoría de los pueblos este recorrido se hace en el interior de las Iglesias, pero en Hontoria se realiza este recorrido al aire libre, pasando por cada una de las catorce estaciones que llevan desde el cementerio municipal hasta la Cruz, desde donde se divisa una de las mejores vistas del pueblo.
El día de Viernes Santo es el único día de año en que no se celebra la Santa Misa. Por la tarde se celebran los Oficios Religiosos y al caer la tarde, llega el momento de la Procesión del Silencio, también llamada “Procesión de la Carrera”.
Los encargados de realizar esta procesión son los miembros de la Cofradía de la Cruz, que encabezan la procesión junto con los símbolos que les representan: las varas y la Cruz de la cofradía. Junto a ellos y sonando al compás, les acompaña el sonido de los tambores que recorren las calles del pueblo dando un clamor por la muerte de Jesús.
El resto del pueblo camina junto a ellos llevando la imagen de la Virgen completamente vestida de luto. Junto a ella, siempre le acompañan cuatro niñas que la van alumbrando. Al terminar la procesión y volver a la Iglesia, se canta la Salve a la Virgen.
El día de Sábado Santo todo el pueblo vive el luto por la muerte de Jesús hasta la noche, cuando se celebra la Misa de la Vigilia Pascual. Al principio de la Eucaristía se bendice el fuego y el nuevo Cirio Pascual que se enciende esta noche al resucitar Jesús. Otro paso que se da esta noche es la bendición del agua puesto que los dos elementos: fuego y agua simbolizan la resurrección de Jesús.
Al llegar la medianoche, las campanas de la Iglesia se voltean una y otra vez anunciando al pueblo que Jesús ha resucitado.
Antes de volver a casa, cada uno de los vecinos recoge un poquito del agua que se ha bendecido en la pila bautismal para esparcirlo, al llegar a sus casas, en cada uno de los rincones de la vivienda con el objeto de purificar todas las estancias.
El Domingo de Resurrección o de Pascua es, quizás, el día más importante, porque hoy se celebra la resurrección del Señor. Sin duda alguna, es el día más festivo de toda la Semana Santa y cuando los hontorianos se vuelcan en revivir aquel momento de una manera más vistosa.
El día comienza con la celebración de la procesión alrededor del pueblo. Hoy, como día grande de la Iglesia, cada cofradía se encarga de sacar sus estandartes, así como el guión y la cruz de plata que hoy encabezarán la procesión.
En la Iglesia, los hombres se encargan de sacar a hombros la imagen de la Resurrección que se engalana con un rosco de rosquillas todo alrededor que después se sorteará para sacar fondos con los que sufragar los cuantiosos gastos de la Iglesia.
Por otro lado, las cuatro jóvenes que el año anterior han sido Reina y Damas de las Fiestas Patronales, se encargan de portar la imagen de la Virgen, ataviadas todas ellas de negro y con la mantilla española.
Mientras el cántico reservado para este día suena, las dos imágenes salen juntas de la Iglesia pero una vez fuera, hombres y mujeres se separan, siguiendo los hombres a la Resurrección y las mujeres, por su parte, a la Virgen.
Una vez que ambos grupos llegan a la Calle Real y ya es posible que la Virgen y la Resurrección puedan verse de frente, ambos grupos van avanzando despacio hasta encontrarse, mientras la festiva melodía entonada por el coro del pueblo vuelve a sonar.
Una vez que el encuentro se produce, los estandartes que acompañan a cada uno de los grupos son los primeros que se saludan para dejar paso después a María y a su Hijo. Y es en este momento, cuando las oscuras vestiduras de la Virgen se tornan ahora blancas y radiantes al ver a su hijo resucitado. Como culminación a este momento, un algarabía de niños y mayores se afanan en recoger los puñados de caramelos que se lanzan al aire para festejar el momento.
Tras la procesión, el pueblo camina unido portando ambas imágenes hasta la Iglesia parroquial, donde, como reza el cantar, se dice la misa que bien merece el día.